La alumna que escribe con pluma

No es casualidad que empiece describiendo su atuendo. Cuando me cruzo con ella por los pasillos, me parece estar ante un personaje sacado de la serie: “Se ha escrito un crimen”. Camina enfundada en sus botas negras, a juego con su camisa vaporosa. Los pantalones grises y anchos la acompañan en sus andares intelectuales. Siempre va pegada a un libro nuevo. Lo planta encima de la mesa y exclama: ¡Mira, profe!, con ojos redondos y expectantes. Sus mofletes rosados reposan tras sus rizos negros, esperando pacientes las respuestas venideras.

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Me explica cuántos libros se ha comprado en vacaciones y me enseña su nuevo cuaderno de escritura. 

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Toma sus apuntes en silencio, con la inagotable creatividad que brota de su pluma estilográfica, una prolongación física de su universo mágico.

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Me enseña sus dibujos, siempre graciosos y acertados, adornando sus conceptos filosóficos. Pregunta y reflexiona sobre el Eterno Retorno y el «Amor Fati». Mastica los conceptos en el aula para plasmarlos en sus relatos, en sus novelas, en la tinta de su pluma maldita.

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Así es tener a una escritora en el aula. 

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Detrás de la Pluma Maldita hay una persona que sueña palabras y que hace partícipes a sus compañeros de sus historias. Los invita a crear con ella, a ilustrar sus universos.

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Y así viene al mundo el relato: “Paso cinco, aceptación”. Llega al aula y a mis noches de lectura bajo la tenue luz de mi pequeña lamparita portátil. Vienen sus tres lunas y sus personajes atormentados.

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Y viene, también, Viktoria a regalarnos otro pedazo de ese universo en una ilustración que dice tanto como la palabra escrita. La contemplo en calma, después de la lectura, y siento un escalofrío.

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Así es tener la magia en el bolsillo.

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Detrás de la Pluma Maldita, hay un universo luminoso por descubrir.

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De Esther, profe de filo con suerte, para África:
Feliz cumpleaños, escritora.

Instagram de la Pluma Maldita: @laplumamaldita